El ejercicio físico y la prevención del cáncer

Ante la pregunta que se estableció en 2018 desde el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos de: ¿Cuál es la relación entre la actividad física y la incidencia específica del cáncer? Desde Muévete Conmigo hemos querido sacar ciertas conclusiones aprovechando la fecha internacional del 19 de octubre y sacando nuestra propia reflexión como profesionales del ejercicio físico y de la salud. Por eso hoy queremos hablar, como siempre, basándonos en estudios y evidencias científicas, del ejercicio físico y la prevención del cáncer.

El ejercicio físico y la prevención del cáncer

Hay pruebas sólidas de que el ejercicio físico reduce el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como pueden ser el cáncer de mama, cáncer de colon, de endometrio, de vejiga, y/o de estómago. También el adenocarcinoma o cáncer de esófago y de riñón. Igualmente hay pruebas moderadas de la asociación entre la actividad física y una reducción del 10 al 20% en el riesgo de cáncer de pulmón.

Cómo se consigue reducir este riesgo de cáncer

Gracias a los estudios epidemiológicos que se han realizado a lo largo de los años, se ha demostrado que es una evidencia que el ejercicio físico es un factor que reduce el riesgo de cáncer. Pero no es un factor concluyente para cualquier tipo de cáncer, pues depende del tumor y de la persona, por supuesto.

Pero hay varios factores que deben tenerse en cuenta, pues el riesgo a padecer ciertos tipos de cáncer puede reducirse haciendo ejercicio entre 3 y 5h semanales, en el caso de mujeres, si es de alta intensidad los beneficios se verán intensificados. Ya hemos hablado en más ocasiones, de lo beneficioso que es el entrenamiento de fuerza para mujeres, y nos reiteramos en ello, pues también están previniendo enfermedades como el cáncer. Las mujeres que realizan labores domésticas pesadas o actividades intensas pueden ver reducido su riesgo de contraer cáncer de mama entre un 15 y un 20%.

el ejercicio como factor preventivo del cáncer

Los cambios en el estilo de vida como prevención del cáncer

Por otro lado, la mejora de los hábitos, tanto de alimentación, como la incorporación de ejercicio físico frecuente, demostraron mejorar la calidad de vida de los individuos, pero además de esto, disminuir el riesgo del desarrollo de cáncer colorrectal y de cáncer de endometrio en el caso de las mujeres.

Esta reducción del riesgo a padecer la enfermedad, es debido a que los tipos de cáncer tienen sensibilidades diferentes al ejercicio físico. Ya que causan diferentes efectos en el cuerpo y en sus receptores hormonales, por lo que actúan de una forma distinta y se previenen también de formas diversas.

Conclusiones generales sobre el ejercicio físico y la prevención del cáncer

Aunque aún no hay explicaciones oficiales sobre la relación entre el ejercicio físico y la disminución del riesgo de padecer cáncer, hay algunas hipótesis que se han planteado sobre esta realidad.

Actividades de fortalecimiento muscular sobre la composición corporal

La primera hipótesis plantea que gracias al ejercicio físico se mejora el tono muscular corporal, lo que propicia una resistencia a la aparición de cáncer. Pues lo que si que se ha demostrado es que los niveles elevados de grasa corporal están directamente relacionados con la aparición de la enfermedad, por lo que a mayor musculatura, menor riesgo de padecerla.

En esta misma hipótesis también se plantea que el exceso de adiposidad corporal suele ir ligada a una resistencia a la insulina, lo que puede ir acompañado de cambios desfavorables en la microbiota intestinal. Estos cambios pueden producir inflamación y cambios hormonales que suelen estar relacionados con el cáncer de mama.

Actividades de aumento de masa muscular

Esta segunda hipótesis plantea que al realizar actividades de fortalecimiento muscular, se aumenta la masa muscular generalizada que hay en el cuerpo, lo que genera una disminución de la glucosa en sangre. Esto crea un aumento específico de los radicales libres permitiendo al organismo generar más antioxidantes, pudiendo tener un impacto en los factores epigenéticos. Esto tendría una influencia de mejora de la inmunidad, reforzando la reacción antitumoral natural del organismo.

Destacando por último en esta hipótesis la mejora de la microcirculación, reduciendo así los entornos propicios para la formación de tumores.

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