El sistema inmune es el responsable de defender el cuerpo contra bacterias, virus, hongos y macromoléculas extrañas al cuerpo. A su vez, nos protege de agentes que pueden tener un efecto perjudicial sobre el equilibrio dinámico del cuerpo y, en algunos casos, conducir a la muerte. Por este motivo, es esencial para la supervivencia de los seres humanos. Con el fin de que entiendas más su importancia y te protejas ante cualquier tipo de enfermedad que pueda acechar al ser humano, a lo largo de este artículo vamos a hablar de ejercicio físico y el sistema inmunitario. Aprenderás con nosotros a hacerte más fuerte.
Ejercicio físico y el sistema inmunitario
La actividad física puede influir en el sistema inmune. Igualmente, el estado de ánimo también puede ser influido por el deporte que practiquemos. De este modo, el ejercicio tiene doble repercusión en el sistema inmunitario.
Sistemas de procesamiento
Existen en el cuerpo humano cuatro sistemas de procesamiento de la información, los cuales permanentemente interactúan. Estos son la mente, el sistema nervioso, el sistema endocrino y, por último, el sistema inmune. Son muchos los factores que influyen en las interacciones entre los sistemas, como los hereditarios, los ambientales, la personalidad, las emociones o el estilo de vida. Cuando se pierde el equilibrio homeostático, se produce una interrupción en los procesos de interacción de los cuatro sistemas, dando como resultado la aparición de síntomas de enfermedad.
Por otro lado, el sistema inmunitario es sensible a los agentes infecciosos y a los cambios en la homeostasis fisiológica. Estos se producen debido al estrés relacionado con el ejercicio físico. Tanto el volumen como la intensidad del entrenamiento tienen, por tanto, influencia en la respuesta del sistema inmunitario ante el ejercicio físico.
Emociones negativas y positivas
Varios estudios han demostrado que las emociones negativas, como la ansiedad y la depresión, pueden disminuir la función inmune, aumentando los problemas de salud y los riesgos de infecciones. Por el contrario, el sistema inmunológico puede verse reforzado por las emociones positivas.
Tipos de entrenamiento y sistema inmunológico
No todos los tipos de entrenamiento influyen de la misma forma en el sistema inmunólogico. Con el fin de que entiendas la diferencia, te lo contamos todo en este apartado.
Entrenamiento aeróbico
El entrenamiento de fuerza, tanto el aeróbico como el combinado, estimulan, al igual que las emociones, distintas respuestas del sistema inmunológico. De este modo, el entrenamiento aeróbico, después de su finalización, presenta una disminución de la respuesta inmune, pero pocas horas después existe un aumento en los niveles de linfocitos. Este fenómeno se conoce como “ventana abierta”. Por ejemplo, un ejercicio de intensidad ligera o moderada de una duración entre 5 y 15 minutos es un estímulo suficiente para mejorar el sistema inmunológico.
Entrenamiento de fuerza
A diferencia del entrenamiento aeróbico, el entrenamiento de fuerza promueve efectos contrarios en el sistema inmunológico. Aún así, estos son positivos. Después de la finalización de una sesión de entrenamiento de fuerza, hay un aumento en la función inmune. No obstante, ese aumento parece durar hasta 72 horas. Aún así, cabe destacar que no existe adaptación crónica del entrenamiento de fuerza en las células del sistema inmune.
Entrenamiento combinado
Por otra parte, el entrenamiento combinado aeróbico y de fuerza en una única sesión presenta las ventajas del efecto de los dos entrenamientos. Por un lado, aumenta la función inmune poco después de la sesión del entrenamiento motivado por el trabajo de fuerza, evitando así la “ventana abierta” del entrenamiento aeróbico. Igualmente, presenta los beneficios a más largo plazo.
Tipos de carga y el sistema inmunitario
El ejercicio regular con cargas moderadas se asocia con cambios beneficiosos en el sistema inmunitario, lo que aumenta la protección contra las infecciones, por ejemplo, las del tracto respiratorio superior. Ahora, las altas cargas aumentan el riesgo de episodios infecciosos debido a la inmunosupresión transitoria (ventana abierta). Esto significa que existe una mayor susceptibilidad a infecciones del tracto respiratorio superior, que tiene como causas principales la disminución de los recuentos y/o la funcionalidad de los linfocitos.
Estados emocionales y sistema inmune
Hay estudios que evidencian que los estados psicoafectivos de ansiedad y depresión se presentan con cambios inmunológicos desfavorables. La psiquis y el cerebro controlan todas las actividades de la esfera afectiva y, además, influyen sobre el sistema inmunológico. Si se logra mantener la estabilidad emocional, alejándolo de experiencias desagradables, puede contribuir a que el sistema inmune funcione perfectamente.
El estrés crónico y dañino se ha asociado con la supresión de la función inmune. Por el contrario, los estresantes psicológicos agudos que no son dañinos y el ejercicio físico son activadores de la respuesta inmune.
¿Cómo mejorar el sistema inmune?
Existen dos formas muy concretas de fortalecer nuestro sistema inmune. Por un lado, la actividad física mejora el estado de ánimo y el metabolismo. Esto, a su vez, provoca emociones positivas, disminuye la tensión, calma la mente, sube las defensas y protege el sistema cardiovascular, entre otros beneficios. Por otra parte, un estilo de vida adecuado, eliminando hábitos tóxicos y durmiendo correctamente, nos ayuda a sentirnos más fuertes.
Con todo lo anterior, desde «Muévete conmigo» queremos colaborar en esta situación tan anómala que nos toca vivir. De esta forma, para todos aquellos que los deseéis iremos subiendo vídeos de ejercicios en nuestro Instagram (@mueveteconmigo) que pueden realizarse en casa. Sentirnos mejor es cosa de todos.